Yo no nací con una hoja de ruta clara. Fui el menor de cinco hermanos, el único varón, entre el consentimiento y el desplazamiento, entre el silencio y la rebeldía. En el colegio no hacía tareas, peleaba, buscaba respeto en el conflicto. Pero también me enamoraba en silencio, escribía con letra ilegible para ocultar mis emociones, y me preocupaba por no encajar del todo.

Con el tiempo encontré refugio en el movimiento y en la introspección. En un lugar llamado Tao aprendí a canalizar mi energía, a cuidar mi cuerpo y a observar mi mente. Ahí también aprendí a proteger mi energía sexual, a ver el mundo desde una espiritualidad concreta, con los pies en la tierra y la mirada hacia adentro.

Mi camino no ha sido lineal. He conocido la programación, el amor, la paternidad, la traición, la soledad, el dolor emocional y también el poder de reinventarme. Tuve un hijo joven, lo crié con amor y entrega. Estudié ingeniería, no porque amara la estructura sino porque sabía que podía construir algo con ello. Trabajé en el sector público, en empresas locales e internacionales. Me equivoqué muchas veces, amé con fuerza, y también me alejé de quien no podía caminar a mi lado.

Hoy, sigo entrenando, sigo aprendiendo, sigo cayendo y levantándome. Me gusta oler bien, verme bien, cuidarme sin perder mi esencia. No me gusta tender la cama, ni lavar los platos, pero quiero mejorar. he practicado Artes marciales, he sido programador, padre, hermano, pareja, y guerrero emocional. No consumo alcohol ni drogas. Vivo desde el cuerpo, la mente y el alma.

He sido un guerrero no solo por la vida que me tocó, sino porque elegí el camino del cuerpo y del espíritu. Las artes marciales me enseñaron a canalizar mi fuego, a dominarme sin perder mi esencia. La espiritualidad me dio dirección, enfoque y una forma de cuidar lo que no se ve. Cada respiración consciente, cada golpe en el saco, cada postura, cada combate ha sido parte de mi entrenamiento interno. Soy fuerza, pero también introspección. Soy guerra cuando es necesario, pero paz cuando es posible.

Estilo Ronin no es una marca: es mi camino. Es la mezcla de fragancias y filosofía, de código y respiración, de tarot y estrategia, de entrenamiento y contemplación. Quiero influir positivamente a los demás, en especial a los hombres que necesitan reconciliarse con su sensibilidad, su fuerza y su dirección.

Quiero llevar este mensaje al mundo. A través de vlogs, de perfumes, de palabras, de actos. Quiero sanar y acompañar a otros a hacerlo también.

Este soy yo. Y este es mi camino Ronin.

Este camino también está dedicado a mi hijo, a mis padres, a mi familia, a mi novia y  mis seres queridos. Gracias por estar presentes en mi vida y ser parte de esta transformación.